En el momento de publicación de este artículo, las 16 horas y 50 minutos del martes 19 de abril, España ha entrado en déficit ecológico. Es decir, hemos agotado, en menos de cinco meses, todo el presupuesto ecológico de que dispone la economía española en el conjunto del año.
Cuando hablamos de presupuesto ecológico, se trata del equilibrio perfecto entre los recursos ecológicos que se destruyen y la capacidad del sistema de generar y/o regenerar esos recursos. Ese equilibrio se mide en términos de hectáreas globales por habitante: la superficie que se necesita para producir los recursos consumidos y, a su vez, la superficie que el país es capaz de regenerar. Eso incluye la superficie destinada a cultivos, a pastos para ganadería, bosques, pesca, emisiones de carbono y superficie urbana construida. Si un país necesita para satisfacer su consumo más espacio del que es capaz de regenerar, se dice que está en déficit ecológico.
Según las cifras que elabora cada año la Global Footprint Network, la biocapacidad de España en 2007 (últimos datos conocidos) se eleva a 1,61 hectáreas globales por habitante, pero en realidad la economía española consumió ese año 5,42 hectáreas globales por habitante. Esa cifra marca lo que se conoce como “huella ecológica global”. Eso significa que España tiene un déficit ecológico global de 3,81 hectáreas por habitante, la cantidad de terreno ecológico que consume sin que sea posible regenerarlo.
Los datos de España, un país más industrializado que la media global, son peores. En 1961 España entró en déficit ecológico el 2 de octubre. En 1971, esa fecha se había adelantado al 21 de julio. En 1981 fue el 20 de junio. En 1991, el 20 de mayo. En 2001, el 26 de abril. Y, este año, el 19 de abril.
Mientras los españoles consumen cada año 5,42 hectáreas globales por habitante, la media de todo el mundo es de 1,8 hectáreas. “Si todos los ciudadanos del planeta vivieran como un español, necesitaríamos tres planetas para cubrir sus necesidades“,
Cuando hablamos de presupuesto ecológico, se trata del equilibrio perfecto entre los recursos ecológicos que se destruyen y la capacidad del sistema de generar y/o regenerar esos recursos. Ese equilibrio se mide en términos de hectáreas globales por habitante: la superficie que se necesita para producir los recursos consumidos y, a su vez, la superficie que el país es capaz de regenerar. Eso incluye la superficie destinada a cultivos, a pastos para ganadería, bosques, pesca, emisiones de carbono y superficie urbana construida. Si un país necesita para satisfacer su consumo más espacio del que es capaz de regenerar, se dice que está en déficit ecológico.
Según las cifras que elabora cada año la Global Footprint Network, la biocapacidad de España en 2007 (últimos datos conocidos) se eleva a 1,61 hectáreas globales por habitante, pero en realidad la economía española consumió ese año 5,42 hectáreas globales por habitante. Esa cifra marca lo que se conoce como “huella ecológica global”. Eso significa que España tiene un déficit ecológico global de 3,81 hectáreas por habitante, la cantidad de terreno ecológico que consume sin que sea posible regenerarlo.
Los datos de España, un país más industrializado que la media global, son peores. En 1961 España entró en déficit ecológico el 2 de octubre. En 1971, esa fecha se había adelantado al 21 de julio. En 1981 fue el 20 de junio. En 1991, el 20 de mayo. En 2001, el 26 de abril. Y, este año, el 19 de abril.
Mientras los españoles consumen cada año 5,42 hectáreas globales por habitante, la media de todo el mundo es de 1,8 hectáreas. “Si todos los ciudadanos del planeta vivieran como un español, necesitaríamos tres planetas para cubrir sus necesidades“,
(Fuente de la informacion :desenchufados.net)
No hay comentarios:
Publicar un comentario